Constituyentes (estructura de las palabras)

En las pruebas de acceso a la Universidad (EBAU) de Castilla y León suele haber una pregunta de morfología donde además de señalar la categoría gramatical de las palabras se pide su división en constituyentes cuando sea posible.

Como se sabe, merced a la doble articulación del lenguaje o dualidad de estructuración, las palabras pueden dividirse en unidades mínimas carentes de significación pero con capacidad distintiva, los fonemas (/p/ /e/ /s/ /o/ – /b/ /e/ /s/ /o/), pero también en unidades mínimas con significación, los monemas (a veces llamados morfemas), unos con significación léxica, que son los lexemas (la raíz o radical) y los morfemas propiamente dichos. Estos últimos pueden ser independientes (forman palabras por sí solos) o dependientes, y estos, a su vez, pueden ser derivativos (sirven para formar nuevas palabras) o flexivos (indican género y número) y en el caso de los verbos, en ocasiones, los morfemas flexivos (que indican número, persona, tiempo, modo y aspecto) reciben el nombre de morfemas desinenciales (desinencias).

En ocasiones tendremos morfemas independientes, que constituyen todos ellos lexema entero y no se puede realizar división en constituyentes, caso de preposiciones (en, desde, para…) o conjunciones (y, pero, si…). En el caso de los determinantes, a veces, sí podremos dividir el lexema y los morfemas flexivos de género y número, véase el demostrativo estas –> est- –> lexema; -a –> morfema flexivo de género femenino; -s –> morfema flexivo de número plural. En el caso de los pronombres, en ocasiones, no podremos realizar división en constituyentes (por ejemplo, yo o ), pero otras veces sí podremos realizar esa división (por ejemplo, ellas –> ell-, -a, -s, o el pronombre personal átono de CD, que tiene variación de género y número, las –> l-, -a, -s). No obstante, lo habitual será que tengamos que dividir en constituyentes sustantivos, adjetivos (calificativos) o verbos. En cuanto a los adverbios, habrá algunos sin posibilidad de división (aquí, después…) y otros que sí la permitan como los adverbios acabados en el sufijo -mente, morfema derivativo sufijo que se añade a adjetivos y que, precisamente, permite su derivación y transformación en adverbios.

Las palabras que solo tienen lexema y a lo sumo morfemas flexivos serán primitivas (sol, pan…) -a veces denominadas morfemas libres– frente a aquellas que cuenten con morfemas derivativos, que serán palabras derivadas (soleado; solecillo; panadero; panadería…). Cuando tenemos una palabra derivada hay que intentar encontrar, dentro de su familia léxica, la primitiva, que será la más corta que podamos hallar. En ocasiones, las palabras derivadas proceden de verbos y para dar con la raíz o lexema lo más útil será exponer el infinitivo y quitarle la vocal temática y el morfema de infinitivo (-r), o sea, -ar, -er, -ir, y tendremos dicho lexema. Pero hay que tener cuidado pues algunos verbos pueden tener prefijos (re-volv-e-r, des-colg-a-r, etc.).

Los morfemas derivativos que van delante del lexema son los prefijos. No cambian la categoría gramatical de la palabra, pero aportan matices semánticos o cambio de significado. A veces existen variantes de un mismo prefijo, son los llamados alomorfos, por ejemplo, para indicar negación podemos encontrar i-; in-, o im- (i-legal; in-moral; im-posible; en todos los casos indica lo contrario de legal, moral o posible).

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Por otra parte, los morfemas derivativos que van detrás del lexema son los sufijos. Estos pueden cambiar la categoría gramatical de la palabra, aunque no siempre, y tienen también una significación. Véase que de una palabra primitiva como globo podemos formar un adjetivo añadiéndole el sufijo -al (con significado de relativo o perteneciente, y que sirve para formar adjetivos) –> global. Y al adjetivo global podríamos añadirle otro sufijo que lo transformara en verbo como -izar –> globalizar. Y a esta palabra, a su vez, podríamos añadirle otro morfema derivativo sufijo que lo convirtiera en sustantivo, por ejemplo, el sufijo -ción (con significado de acción o efecto) –> globalización. Sin ser todo ello óbice para que también pueda llevar prefijos, por ejemplo, anti- –> antiglobalización. 😉

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Por su parte hay una especie de morfemas derivativos que carecen de significación y que solo sirven para hacer más larga la palabra, son los llamados infijos o interfijos (no entramos ahora en la diferencia entre estos dos términos). ¿Cómo se diferencia un infijo o interfijo de un sufijo? Pues porque con el sufijo que sea la palabra tiene sentido, existe en la lengua, mientras que con el interfijo se necesita algún otro elemento más. Por ejemplo, en un sustantivo como pan (palabra primitiva) no solemos ponerle directamente el morfema derivativo sufijo diminutivo -illo, panillo, aunque, desde el punto de vista de su estructura, sería impecable. Solemos decir panecillo. Pues bien, lo que queda entre el lexema (pan-) y el sufijo (-illo) es el infijo o interfijo (-ec-). No es sufijo puesto que si dejamos solo -ec-, la palabra no existe, no tenemos panec-*. Véanse otros casos: carn-ic-ero, pan-ad-ero, espald-ar-azo, hum-ar-eda, an-u-al, com-il-ón, bich-arr-aco, salon-c-ito, dent-ell-ada, guap-et-ón.

Si tenemos dos o más lexemas estamos ante palabras compuestas: saca-corchos; para-brisas; blanqui-azul; bien-venido; tela-araña; cumple-años; corre-ve-i-dile; etc. Hay un caso de palabras especiales que son aquellas formadas por elementos compositivos prefijos y sufjos, es decir, prefijos y sufijos de origen culto (griego, latín…) que portan significación por su origen, como si fueran palabras compuestas, aunque hoy día muchas veces no se sienten como tales. Son los llamados compuestos cultos. Por ejemplo, un hablante sin muchos conocimientos del origen y formación del léxico podría considerar un término como democracia como palabra simple y, en realidad, es un compuesto culto, pues demo- es una raíz o lexema prefija (que actúa como prefijo) de origen griego (que significa pueblo) y -cracia es otra raíz o lexema sufija (en este caso actúa como sufijo) de origen griego (que significa poder), así democracia es el sistema en que el poder lo tiene el pueblo que es quien elige a sus representantes para que los gobiernen. Hay elementos compositivos cultos muy frecuentes como los sufijos cultos -logía (ciencia, tratado: filología, biología, antropología…) o -grafía (escritura, descripción: geografía, ortografía, bibliografía…). Es bueno familiarizarse con estos elementos y su significado.

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En cuanto al fenómeno de la parasíntesis, no es un mecanismo especial para la creación de palabras, sino que emplea alguno de los procedimientos ya vistos. En un sentido amplio, y el más difundido, la parasíntesis es la combinación de prefijación y sufijación con la condición de que no existan en la lengua como formas atestiguadas las combinaciones prefijo + lexema o lexema + sufijo. Por ejemplo: aterrizar, no existe aterr o aterra ni terrizar; o desalmar, no existe desalma y ni almar; o apadrinar, no existe apadrin ni padrinar, etc. En un sentido más restrictivo, algunos entienden la parasíntesis como la combinación de composición + sufijación, o sea lexema + lexema + sufijo. Por ejemplo: picapedrero –> pica- (de picar, lexema) + pedr- (de piedra, lexema) + –er(o) (sufijo) o quinceañero –> quince- (lexema) + añ- (de año, lexema) + er(o) (sufijo). También se puede dar con compuestos cultos: telefonista –> tele- (lexema culto, significa ‘lejos’) + fon- (lexema culto, de fono, indica ‘sonido’) + -ista (sufijo).

Como dijimos, los morfemas flexivos pueden indicar género y número (de sustantivos, adjetivos y, a veces, de determinantes o pronombres), pero también el número, persona, tiempo, modo y aspecto de los verbos. En este casos, hay autores que prefieren hablar de morfemas desinenciales. Los verbos son de la primera (-ar), de la segunda (-er) o de la tercera (-ir) conjugación y eso nos lo indica la llamada vocal temática. A veces esta vocal temática permanece en otras categorías gramaticales que no son verbos, por ejemplo, de cantar –> cantante, y algunos autores hablan de ‘resto de vocal temática‘: cant- (lexema) + -a- (resto de vocal temática) + -nte (morfema derivativo sufijo). Otros incluyen ese resto de vocal temática como parte del sufijo (-ante). 😉

En el caso de los verbos basta ir al infinitivo y eliminar -ar, -er, -ir, para obtener el lexema (pero, a veces, este puede tener prefijos: re-hac-er). Sin embargo, algunos verbos son tan irregulares que puede que nos resulte imposible (por ejemplo, voy del verbo ir). En cuanto a la vocal temática, hay veces que aparece expresamente: cantábamos –> cant- -á- -ba- -mos, pero otras veces no la tendremos, como en canto –> cant- -o, en estos casos se habla de morfema cero de vocal temática.

Hay formas verbales en que podremos desgajar, dentro de los morfemas flexivos o desinenciales, los que indican tiempo, modo y aspecto (TMA) por un lado, y los que indican número y persona por otro (NP). Por ejemplo, en cantábamos, además del lexema cant- y de la vocal temática -á-, tenemos -ba- como morfema desinencial que indica tiempo, modo y aspecto (en este caso, pretérito imperfecto de indicativo, aspecto imperfectivo), y -mos, como morfema desinencial que indica número y persona (aquí, primera del plural). Pero hay formas verbales en las que todo se encuentra amalgamado. Por ejemplo, en una forma como escribo, tenemos la raíz o lexema escrib- y todo lo demás se halla en el morfema desinencial -o. Este fenómeno suele recibir el nombre de sincretismo (fenómeno lingüístico por el cual un morfema asume más de un valor.). Por ello, no es erróneo considerar que ese morfema flexivo/desinencial indica todo: número, persona, tiempo, modo y aspecto. Así lo reflejaba el propio maestro Alarcos. Y, de hecho, hay casos, como hemos citado, en que ni siquiera podremos dividir lexema y morfemas flexivos o desinenciales (voy, es…). Sin embargo, hay autores y profesores que, en casos como el de canto o escribo, prefieren hablar de la -o como morfema flexivo o desinencial de tiempo, modo y aspecto y de morfema cero de número y persona. En cantas no ocurriría eso puesto que la -s indicaría número y persona, igual que -mos indica primera del plural, -is, segunda del plural o -n, tercera del plural. Pero en casos como escribo o escribe algunos prefieren hablar de morfema cero de número y persona.

SINGULAR 1ª PERSONA
2ª PERSONA -s
3ª PERSONA
PLURAL 1ª PERSONA -mos
2ª PERSONA -is
3ª PERSONA -n

morfologa-2013-27-638

Probablemente esto sea lo que reviste mayor complejidad de todo lo relativo a la morfología de constituyentes, así que en el siguiente archivo puede verse un pequeño esquema con apuntes sobre el tema (pues en algunos casos incluso se produce variación dando lugar al diptongo, léase el archivo). 😉

Vocal temática – Miguel Á. del Corral

Por último, no hay que olvidar que en las perífrasis verbales y en los tiempos compuestos se deben analizar los dos verbos, el auxiliar y el principal. En el caso de los tiempos compuestos, el auxiliar haber estará en un determinado tiempo, pero junto al participio correspondiente, formará un tiempo compuesto con su respectiva denominación en el tiempo (o perspectiva, como le gustaba llamar a Alarcos a este accidente gramatical del verbo). Para refrescar este tema he aquí también el archivo con el esquema de tiempos verbales que ya quedó expuesto en el apartado del verbo dentro de las clases de palabras (categorías gramaticales, partes de la oración). 🙂

Esquema tiempos verbales – Miguel Á. del Corral

En los archivos siguientes encontrarás la segmentación en monemas de las formas verbales simples en formas regulares y la segmentación de los verbos haber y ser. 😉

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