La riqueza lingüística de las “batallas de gallos”. La cultura (sub)urbana y el rap “freestyle” como recurso de aprendizaje y aplicación en Lengua castellana

Algunos quizá recuerden películas míticas que suelen retratar aspectos del ámbito educativo y juvenil. Desde las más antiguas, como las protagonizadas por Sidney Poitier (Rebelión en las aulas) hasta las más modernas y menos conocidas como La clase (Entre les murs) del francés François Begadeau. Sin duda, una de mis preferidas siempre será El indomable Will Hunting, protagonizada por Matt Damon, Ben Affleck y el inolvidable Robin Williams, al que también podemos ver en la quizá mucho más conocida -pero a mi juicio de menor nivel que la de Will HuntingEl club de los poetas muertos. Aparte de esas, una película extraordinaria siempre será Mentes peligrosas, con una fantástica Michelle Pfeiffer, y la célebre banda sonora y su sencillo principal «Gangsta’s Paradise» que disfrutaron de gran éxito. En este caso, la marine se ve transformada en profesora encargada de lidiar, en una escuela secundaria propia de barrios bajos, con estudiantes de clase baja y desfavorecida, conflictivos y difíciles.

Frente a lo que piensan algunos, generalmente pedantes pretenciosos aquejados de un elitismo esnob vergonzoso y que se dicen defensores de la clase obrera mientras la critican desde una falsa superioridad moral que se atribuye cierta progresía marxistoide, el contenido de ciertas canciones, de cierto tipo de música, de diferentes videoclips o películas e incluso el modo de vida de quienes lo protagonizan no tienen, al menos no necesariamente, por qué influir en ciertas capas de la sociedad, ni siquiera en las más jóvenes, al menos no para mal. Podemos encontrar personas de intachable conducta moral e impecable sentido de la ética que escuchan Kidd Keo, El Jincho o Jarfaiter y disfrutan de las batallas de gallos propias del rap, o sea, de la cultura “free style” mientras quizá otros que puedan escuchar el pop más comercial podrían ser criminales en potencia. Sirva el hiperbólico ejemplo para intentar evitar los prejuicios y las etiquetas que tanto gustan algunos de endilgar y a las que suelen ser tan propensos.

Otra película que trata esta cultura hiphop es la protagonizada por Eminem: 8 millas, que me consta que a algunos jóvenes marcó bastante (sirva el ejemplo de mi buen amigo Dani Castro). En cualquier caso, creo que, a la hora de enseñar, se puede ser muy riguroso con el contenido que se quiere transmitir, pero, al mismo tiempo, a veces, se puede recurrir a la realidad social y quizá eso nos permita comunicar más y mejor. Y es que, por ejemplo, las batallas de gallos son una muestra de un ejercicio que emplea las habilidades lingüísticas, desde el ritmo y la rima hasta infinidad de figuras retóricas, y ciertos jóvenes tienen gran interés por ella, por ende, merece la pena acercarse a este ámbito cuya riqueza lingüística puede sorprender a más de uno.

Para verificar este aserto nada mejor que alguna prueba empírica, así que he aquí los dos vídeos siguientes que reflejan espléndidamente el uso de ciertas figuras literarias -lingüísticas más bien- en batallas de “freestyle” para comprobar cómo el rap es un indudable aliado de la destreza lingüística porque se sirve precisamente de la lengua para derrochar, cuando se tienen grandes dosis de ingenio, muchísimo talento. Al fin y al cabo, las batallas de gallos no son sino duelos verbales donde se enfrentan dos personas que han de improvisar las mejores frases para alzarse con la victoria. Es una de las formas modernas que ha adaptado nuestra vieja Retórica, pero, aun con las diferencias propias del mundo que vivimos -sobre todo a nivel léxico-, en cuanto a los procedimientos -figuras retóricas-, estas llevan empleándose desde los tiempos más remotos e inmemoriales. Muchos amantes de la cultura surgen o se interesan precisamente por la cultura suburbana (recuérdese la efervescencia de la movida ochentera, con fanzines, grupos marginales, al menos en sus inicios, etc.), por el talento artístico que también busca ser rompedor, impactar y así dejar esa indeleble huella con las diferentes impresiones que a cada uno pueda suscitar. Por ello, creo humildemente que es bueno, incluso desde atalayas docentes o enfoques intelectuales, dejar un excesivo academicismo -sin renunciar a todo cuanto de bueno este tiene- y reivindicar esa cultura underground de gran eclecticismo.

La exuberante cultura (sub)urbana y el rap (freestyle), rimas, ritmo y jerga apoteósica, léxico repleto de matices e improvisación con mucho ingenio: magnífico ejemplo de potencial lingüístico y de interesante aplicación en clases de Lengua castellana.

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